Por José Luis Ramos Salinas
En la actualidad me desempeño como profesor universitario, así que es desde esa perspectiva que voy a plantearme el problema de la infoxicación, la gestión de la información por parte de l@s estudiantes, y el papel que los docentes podemos jugar en todo ello.
Cuando Internet no era aún una realidad indiscutible, sino una alternativa o incluso una posibilidad; sus defensores señalaban como una de sus mayores virtudes la gran y variada información que podía contener (1); de hecho en aquellos años se le solía llamar la superautopista de la información. Hoy en día, esa virtud parece haberse transformado en un grave defecto, a veces en una pesadilla: la cantidad de información que circula por Internet es tan grande que se habla incluso de infoxicación, que no vendría a ser otra cosa que los efectos dañinos de tener demasiada información al alcance (2). Nótese, sin embargo, que hasta aquí solo hemos señalado cantidad y sería necesario hablar también de calidad. Las opiniones más optimistas indican que de toda la información que circula en Internet solo el 30% tiene el valor suficiente para ser considerada realmente útil, el 70% restante es basura. Con eso, el problema se complica más, no solo estamos siendo aplastados por abundante información, sino que ella en su mayor parte es inservible. Siendo la paja mucho más que los granos, éstos se hacen difíciles de ubicar y más difícil es, todavía, regresar a ellos (3).
Esto aún puede hacerse más complejo, si tenemos en cuenta que no toda la información relevante está en Internet, y si lo está, no es accesible para el público en general, sino para quienes debido a su posición de poder económico, político o académico, cuentan con los accesos respectivos (4).
![No toda la información está al alcance de tod@s](https://ramosdesal.wordpress.com/wp-content/uploads/2014/02/internet_profunda.jpg?w=220&h=300)
No toda la información está al alcance de tod@s
Resumiendo hasta aquí: hay mucha más información de la que podemos consumir, pero la mayoría de la misma es inservible; y hay información valiosa que nos resulta inalcanzable.
No obstante l@s estudiantes universitari@s no parecen estar conscientes de este problema. Ell@s ven en la superabundancia de información una fuente inagotable y de fácil acceso para resolver las actividades de su vida académica. Si en alguna búsqueda el resultado fuera: «ninguna página encontrada», entonces sí sentirían que hay un inconveniente, mientras el listado incluya decenas, cientos y miles de páginas sentirán que todo va de maravilla. No son conscientes que en esa superabundancia se pierden las joyas en medio de la bagatela, y que a menudo sus productos académicos son muy pobres, y esto seguramente se debe, en muchos casos, a la pésima selección de fuentes que realizan, que los llevan a citar «documentos basura».
Tremendo problema cuando el problema ni siquiera es visto como tal. Si no se visibilizan los problemas nadie piensa en una solución para ellos. Este es el caso que en mi labor como profesor universitario me ha tocado comprobar.
Entonces, el papel del docente empieza por dos cosas, en primer lugar, impidiendo que se busque sin ton ni son, y para ello es el profesor el que debe seleccionar las fuentes con las que se debe trabajar. Estoy pensando en algo como el webquest (5).
![webquest1](https://ramosdesal.wordpress.com/wp-content/uploads/2014/02/webquest1.jpg?w=300&h=225)
En segundo lugar, se deben subir las exigencias respecto a la calidad de las fuentes y rechazar una y otra vez los trabajos que hagan una mala selección de fuentes hasta que l@s estudiantes se pregunten: ¿de dónde sacamos la información entonces? Cuando se planteen esa pregunta ya habrán entendido que se necesita llegar al 30% del que hablábamos antes; y simultáneamente habrán comprendido que el otro 70% resulta un problema porque dificulta el hallazgo de los granos. Es decir, ya habrán tomado conciencia de lo dañino de la infoxicación.
A partir de esta toma de conciencia, se hará evidente la necesidad del manejo de herramientas y tecnologías informáticas que nos permitan primero llegar a ese 30% y luego organizarlo de acuerdo a nuestras motivaciones y prioridades, de manera tal que podamos acceder a lo que necesitemos en cualquier momento y con un mínimo de inversión de tiempo y de esfuerzo.
Aquí chocamos con otro problema. Hace unos quinquenios era totalmente claro que quien no sabía cómo usar una computadora primero, y luego, como navegar en Internet; estaba en una situación de falencia bastante grave. Había que aprender, no había discusión sobre ello.
Ahora, en cambio, hay una complacencia respecto a los conocimientos adquiridos, que nos impiden ver que son absolutamente precarios. En mi realidad universitaria, l@s estudiantes que manejan una cuenta de correo electrónico, que hacen búsquedas con Google y navegan en la Web, que tienen una cuenta en Facebook y usan con frecuencia el Youtube, sienten que están en el pináculo tecnológico. No advierten siquiera, que no usan ni la mitad de las prestaciones de estas tecnologías que aparente dominan; menos son conscientes que hay muchas otras y que no son cosa de frikis, sino de urgente aprendizaje, dominio y utilización para la mejora de su formación académica.
Hacer evidente, en primer lugar, la pobreza tecnológica de l@s estudiantes; y en segundo lugar la riqueza que está esperando por ell@s; es la otra tarea que se esperaría de los docentes.
En este punto ya tenemos que decir algo, que puede ser un obstáculo insalvable. Much@s de l@s docentes, están en las mismas o peores condiciones que sus estudiantes.
Regresando a la abundancia de información, precisemos que esta puede ser basura (inútil para tod@s) o poco relevante para nosotr@s, o incompleta o simplemente de una calidad no aceptable para los fines específicos que persigamos en ese momento.
De lo que se trata, entonces, es de que estudiantes y docentes sean lo suficientemente competentes para convertir la información existente en Internet en la virtud que era. Si somos capaces de separar la paja del grano, habremos logrado este objetivo.
Entonces la gestión de la información no es hoy en día una moda ni una aspiración, sino una necesidad urgente, sin cuyo dominio, no tendrá sentido circular por la superautopista de la información (6).
Lo primera manera de enfrentarse a la sobre carga informativa es a través de una buena búsqueda. Sin duda Google Search sigue siendo el motor más interesante. En mi experiencia, he obtenido muchos mejores resultados cuando he utilizado sus opciones de búsquedas especializadas como Libros, Académico, Noticias, etc. Por la naturaleza de mi trabajo la información que requiero debe tener rigor científico y en ese sentido me son útiles los motores internos de los repositorios de artículos académicos como Scielo y de Redalyc, sobre todo este último que permite una aplicación específica en dispositivos móviles.
Pero la búsqueda no lo es todo, una vez encontrado algo importante lo guardo en Pocket o en Delicious según los siguientes criterios: si es información sobre un tema que estoy trabajando pero que no necesitaré después, utilizo Pocket; pero si se trata de información que quisiera tenerla siempre a mi alcance, entonces uso Delicious.
De otro lado, por ser la sociología el campo en el que me desempeño, necesito estar al día con la coyuntura política, económica, social, etc. Para ello utilizo Pulse, que me permite seleccionar las fuentes de información por temas y revisarlas desde mi teléfono móvil.
![Pulse-News-stats](https://ramosdesal.wordpress.com/wp-content/uploads/2014/02/pulse-news-stats.png?w=300&h=162)
Si hablamos ya de como implementar estas herramientas de gestión en el aula, hay que añadir la que l@s estudiantes ya utilizan, es decir: correo electrónico, Facebook y Youtube; añadiendo una más, que a mi parecer es indispensable: Twitter. Y dado de que mi centro de estudios cuenta con su plataforma Moodle, también la incorporaríamos.
Seamos más precisos. Ya hemos explicado que el punto de partida denota una serie de inconvenientes, así que empecemos de lo básico. Aprender a buscar.
Se optaría por proponer un tema común a l@s estudiantes, de manera tal que la calidad de lo encontrado pueda ser comparada con los hallazgos de l@s compañer@s. Se les instruiría sobre las herramientas de búsqueda de Google, así como la manera de usar Twitter para obtener información relevante recomendada por expertos. A fin de que la información recolectada pueda ser revisada y compartida se les pediría que utilicen Scoopit
![scoopit](https://ramosdesal.wordpress.com/wp-content/uploads/2014/02/scoopit1.png?w=300&h=224)
Se haría hincapié que dos de las potencialidades de Internet son: su formato multimedia y su carácter interactivo, por lo que se les exigiría que entre sus hallazgos haya textos, infografías, vídeos, imágenes y audios. Así como que a lo largo de su búsqueda vayan dejando comentarios donde sea posible y valoren cuando esté disponible esa opción.
Cuando la información válida obtenida sea suficiente, se les pedirá una monografía, un ensayo, un reportaje o lo que más convenga, que deberán publicar en su blog, y en base a ello elaborar una presentación en alguna herramienta que permita publicarla en la Web.
Finalmente, todas las URL producidas deberán ser sugeridas como enlaces interesantes en sus cuentas de Facebook y de Twitter.
Finalmente, a manera de conclusión podemos sintetizar que no se ha tomado conciencia de la poca calidad de la mayoría de la información que circula por Internet; por tanto no se concibe la infoxicación como un problema. De otro lado, hay una carencia generalizada en el manejo de tecnologías y desconocimiento de todo lo que está disponible. Tan tétrico panorama, sin embargo, puede ser revertido, sin mayor inversión, pero eso sí, con convencimiento primero, y entusiasmo, después.
REFERENCIAS
(1) Suárez, M. (1998) De profanos a informados en Internet. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28329111
(2) Márquez, I. (2010) Sísifo en la era de la información. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=199514908031
(3) Eco, H. (1996) Eco sobre Internet y otras hierbas (Entrevista). Disponible en: http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL000351.pdf
(4) Wikipedia. Internet profunda. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Internet_profunda
(5) Lara, L y Ch. Repáraz. (2007) Eficacia de la WebQuest para el aprendizaje cooperativo. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=293121946012
(6) Jiménes, J. (2000) Renovación del metadato en Internet para la recuperación de la información. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=16108602